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Archive for 25 de May de 2013

En la Analítica trascendental se estudia el entendimiento y los JSAP en Física. La función propia del entendimiento es comprender lo ercibido. Comprender los fenómenos es poder referirlos a un concepto, y esta actividad se realiza siempre a través de un juicio. De este modo, el entendimiento puede ser considerado como la facultad de juzgar. Las formas a priori del entendimiento, las que hacen posible la comprensión son los conceptos, que pueden ser empíricos o a priori, llamados también “puros” o “categorías”. Las categorías del entendimiento son, según Kant, doce (tantas como las formas posibles de juicios) según se tenga en cuenta la cantidad, la cualidad, la relación y la modalidad. El entendimiento no puede pensar los fenómenos si no es aplicándoles estas categorías, pero las categorías no pueden aplicarse válidamente a realidades que estén más allá de la experiencia. Los JSAP son los principios básicos en los que se basa la Física. El caso del principio de causalidad es calificado por Kant como JSAP porque el predicado no está contenido en el sujeto y porque el concepto de causa no procede de la experiencia sino que es previo a ella, y como es aplicable a todos los fenómenos que el entendimiento conoce es universal y necesario.

En la Dialéctica trascendental se estudia la razón y la posibilidad de la Metafísica como ciencia. La función de la razón es la unificación del conocimiento mediante ideas; su función es la de reducir la enorme variedad de objetos del entendimiento al número menor posible de principios. Los principios de la razón son condiciones puras (incondicionadas), “ideas”, que no son juicios sino conceptos a priori (conceptos puros de la razón o ideas trascendentales) que permiten unificar todos los fenómenos. Las ideas trascendentales de la razón pura son la Documento protegido por derechos de autor. Prohibido guardar, reproducir o copiar este documento Der idea de Alma (unifica todos los fenómenos de la experiencia interna), Mundo (unifica los fenómenos de la experiencia externa) y Dios (reduce las esferas anteriores en una).
La Metafísica se ocupa del estudio del Universo como totalidad, del Alma y de Dios utilizando la razón. Alma, Mundo y Dios son formas a priori de la razón pura, no tenemos impresión sensible de ellas por lo que no podemos formar juicios sintéticos (las impresiones sensibles sin formas a priori son caóticas, lasformas a priori sin impresión sensible son vacías). La Metafísica es imposible como ciencia, sin embargo es inevitable como “tendencia natural”, pues la razón tiende a la búsqueda de lo incondicionado, a hacerse preguntas y a formular respuestas acerca de Dios, el Alma o el Mundo como totalidad. Las ideas de la razón pura poseen un uso regulativo de la investigación de la naturaleza: señalan los límites que no se pueden traspasar, e impulsan a ampliar el campo de la investigación hacia nuevas experiencias y hacia una mayor conexión entre ellas.

Pero la actividad racional humana no se limita al conocimiento de los objetos, el hombre necesita también conocer cómo ha de obrar, es decir, la razón posee también una función moral (¿qué debo hacer?).
Esta doble vertiente de la razón (conocimiento de objetos, y moral) se expresa por medio de la distinción entre razón pura y práctica. La razón posee dos funciones diferenciadas: a la razón práctica le corresponde el conocimiento de cómo debe ser la conducta humana, cuáles son los principios que han de determinar al hombre a obrar si su conducta debe ser racional y, por tanto, moral (la ciencia – razón teórica- se ocupa del ser, la moral –razón práctica- del deber ser). La razón teórica (científica) formula juicios, la razón práctica formula imperativos y mandamientos.
El carácter formal de la moral kantiana no elimina el concepto de bien, únicamente afirma que no es el concepto de bien el que fundamenta la ley moral, sino a la inversa: es la ley (fundamentada en la autonomía de la voluntad) la que determina lo que es bueno (“giro copernicano”). Sólo en la razón puede fundarse la “buena voluntad”. Por esto, tal como refleja el texto, el único móvil admisible para la voluntad es la ley misma. De aquí que en actuar por deber consista la virtud, la cual es merecedora de felicidad, lo único que rechaza Kant es que la felicidad pueda ser el motivo determinante de la buena voluntad.

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LA ORGANIZACIÓN SOCIAL
A diferencia de las tesis sofistas que ven la sociedad y las leyes fruto de la convención, ARISTÓTELES, insiste en la sociabilidad natural del ser humano. No sólo natural, sino consubstancial. Los humanos somos animales sociales dotados de lenguaje y razón, a diferencia de otros animales gregarios. Sólo en sociedad podemos desarrollar lo más excelente que hay en nosotros. Es gracias a ella que podemos llegar a ser realmente humanos y alcanzar nuestro bien: la felicidad.
En este marco de interdependencia es preciso situar las relaciones entre la ética y la política. La mejor sociedad es aquella que más favorece el bien de los ciudadanos, es decir, su habituación a una vida razonable.
Es necesario recordar, sin embargo, que para ARISTÓTELES la sociedad es prioritaria a los individuos, dado que éstos solo adquieren su ser en sociedad. Por eso el bien es, por encima de todo, una cuestión colectiva.
En efecto, el fin al cual aspiramos los humanos es la felicidad, y ésta sólo la podemos alcanzar en el seno del Estado, la única comunidad que es autosuficiente y que proporciona todos los bienes, tanto materiales como espirituales, que los individuos necesitamos para realizarnos plenamente.
Así pues, la ética y la política mantienen una relación de interdependencia. La ética descubre los valores que la política ha de impulsar, pero al mismo tiempo la ética no adquiere plenamente su sentido si no es formando parte de la política.
El arte de la política ha de velar (cuidar) para que los ciudadanos se habitúen a una vida regida por una razón equilibrada. Y si no es suficiente con esta educación, es preciso imponer la ley mediante la vigilancia y el castigo. ARISTÓTELES sabe, como observador objetivo de la realidad, que a menudo los hombres responden más al castigo que a la bondad. Como en el PLATÓN de las últimas obras, también en ARISTÓTELES los años van minando el optimismo antropológico de las obras de juventud.

LA VIRTUD DE LA JUSTICIA
La virtud que ha de presidir la vida política es la justicia, entendida como la virtud más perfecta, aquella que produce y preserva la felicidad de la comunidad.
La justicia, tanto en lo que tiene de natural como en lo que sólo resulta de la convención, presenta dos aspectos. Por una parte, la justicia distributiva que establece las relaciones entre la ciudad y sus habitantes, distribuyendo bienes y cargas proporcionalmente a la dignidad, la jerarquía y las funciones de los ciudadanos. Por otra parte, la justicia correctiva, en la que los jueces restablecen las posibles desigualdades cometidas en los tratos y en las relaciones entre ciudadanos.

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